En 1977 en toda la Península Ibérica la especie solo se reproducía en la laguna de Zoñar, al sur de Cordoba, donde se contabilizaron 22 ejemplares de malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala).
En este momento los ornitólogos que hacían el seguimiento de la especie decidieron tomar cartas en el asunto, ya que pensaron que la especie no podría soportar una nueva temporada de caza. Por ello se compraron los derechos de caza en la zona, y mediante encuentros con los cazadores de la zona se acordó que no se disparara la especie.
Hasta ahí la historia conocida y alabada por todo el mundo conservacionista como iniciativa ejemplar para salvar de la extinción a una especie. Pero según el propio autor de los hechos ha confesado recientemente. Esta no fue ni mucho menos la única medida que se llevo a cabo.
Como medida complementaria y después de intentar recabar apoyo institucional para realizar la actuación, decidieron traer de contrabando 16 huevos de malvasía cabeciblanca desde Pakistan, donde las poblaciones contaban con más ejemplares.
Después de eclosionar los huevos, soltaron a las malvasías en el Parque Nacional de Doñana, intentando asegurar de esta manera, una nueva zona de reproducción, en caso de que la malvasías de Zoñar muriesen a mano de cazadores desaprensivos.
Y al parecer, estas dos medidas, funcionaron perfectamente, porque desde ese momento la especie no ha hecho más que aumentar de número, calculándose hoy por hoy una población de más de 3.000 ejemplares. Todos ellos serían descendientes de tan solo 19 parejas, de los cuales casi la mitad procederían del reforzamiento poblacional realizado ilegalmente por el ornitólogo británico Tom Gullick y sus colaboradores.
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Hace 8 horas
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