viernes, 30 de abril de 2010

Ven aquí, osito mío

La Fundación Oso Pardo observa los primeros escarceos de la temporada en la Cordillera Cantábrica

29.04.10 - 00:49 - V. M. VELA VALLADOLID.


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Los osos de la Cordillera Cantábrica (que extienden su presencia por el norte de las provincias de Palencia y León) ya están en materia. Se han puesto al lío. La mayoría espera a mayo, pero hay algunos que han olisqueado ya el buen tiempo de los últimos días y, después de decir adiós a la hibernación, han comprobado en sus propias carnes, en fin, que la primavera, la sangre altera. Ha comenzado la época de celo entre la población cantábrica y la Fundación Oso Pardo (FOP) ya ha conseguido fotografiar y filmar el primero de estos episodios de cortejo y cópula, fundamentales para la supervivencia de una especie que poco a poco, y afortunadamente, extiende de nuevo sus zarpas por la comunidad.

Atención a la secuencia, descrita por integrantes de los equipos de la Fundación Oso Pardo, que han estudiado ya cerca de un centenar de celos, con grabaciones que «se realizan siempre a gran distancia, con equipos profesionales, con el objetivo de no generar molestias». El cortejo sigue más o menos el siguiente guión. Ellos, los machos, rondan «con paciencia y tesón a las osas, que son quienes tienen el control del apareamiento». Cuando consiguen su propósito, «el noviazgo es corto aunque intenso, y el vínculo dura unos pocos días». Durante este tiempo, los osos «juguetean, intercambian caricias y se persiguen como si fueran cachorros hasta que llega la cópula», explican desde la Fundación Oso Pardo.

En ese momento, el macho se acerca a la hembra por detrás «y la cabalga sujetándola con las patas anteriores». La duración es variable y los expertos han registrado algunas de tan sólo 45 segundos y otras que pueden llegar a durar hasta 50 minutos. En cualquier caso, los empujones pélvicos de los machos «ponen a prueba la resistencia de la hembra, ya que las montas suelen ser vigorosas». Y parece que este año lo serán más que nunca, ya que los osos «se encuentran con muy buenas condiciones físicas, gracias a la excelente cosecha de bellotas en el último año». Este acto se produce en repetidas ocasiones a lo largo de la jornada «con periodos intermedios dedicados a comer y a sestear y descansar».

Ahora bien, esa imagen del galanteo romántico, del romanticismo osuno, en realidad tiene una salvedad. Y es que los osos pardos son animales promiscuos. Es decir, que tanto machos como hembras (sin distinción) intentan copular con el mayor número posible de individuos del sexo contrario en cada estación reproductora.

Y no son nada celosos. Aunque lo más habitual son las cópulas en pareja, en la Cordillera Cantábrica «no son excepcionales los episodios de celo que cuentan con la participación de tres o cuatro osos, y en una ocasión miembros de la Fundación asistieron a un episodio de celo que reunió a cinco ejemplares adultos a lo largo de toda la jornada». Éste el primer paso, claro, para la perpetuación de la especie y su conservación en la Cordillera Cantábrica. Los nuevos cachorros nacerán en enero, en el interior de la osera, y permanecerán allí con su madre hasta la primavera.

Fuente: nortedecastilla.es

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